Ruta Alentejana

La potencia megalítica del Alentejo es archiconocida, y verter por mi parte cualquier comentario al respecto, me supera largamente, además de suponer cierta osadía. Sólo puedo moverme entonces en los límites de lo anecdótico.

Tengo allí tres zonas que me encanta "machacar" desde otros tantos "campamentos bases", estratégicamente ubicados: Reguengos de Monsaraz, Montemor o Novo y Castelo de Vide. Todos ellos presentan en sus inmediaciones la posibilidad de unas estupendas excursiones megalíticas, unas atrayentes rutas gastronómicas, alguna cautivadora libación de vino alentejano y hechizantes jornadas mágico-telúricas.

En torno a Reguengos:
 
En torno a Montemor:

En torno a Castelo:

Justo en el centro, entre Reguengos y Montemor está Evora. Indiscutible visita. Junto al templo de Diana se puede tomar una cerveza, Sagres, y un buñuelo de bacalao en un chiringuito a tal efecto, sí, ya sé, hay en Evora otros muchos sitios para visitar, pero este es el mejor.

Pues cierto día de no hace muchos años, en un mes de Octubre, yo me desperezaba con un anís en una cafetería de las afueras de Evora. Bajé a Nuestra Señora de Tourega, unos 15 kms, para visitar los dólmenes de Barrocal. Desde allí me dirigí a Valverde, donde se asienta el gran dolmen de Zambujeiro.

Había conmigo una pareja, de aspecto anglosajón, que compartían visita. Hacían fotos desde distintos ángulos de toda la estructura del dolmen. Viajaban en un pequeño utilitario de matrícula portuguesa, que supuse alquilado.

Cuando me encaminé hacia Guadalupe, ellos iban delante de mí. Giraron, igual que yo, en el desvío que me conduciría al menhir dos almendres. Efectivamente, allí volvimos a encontrarnos. Nos saludamos con una sonrisa y una mano en alto. Hicimos nuestras respectivas fotos, palpamos la rugosa superficie granítica del menhir y volvimos a nuestros vehículos. Ellos delante, yo detrás, dirección al cromlech dos almendres, no muy lejos de allí.

Se bajaron del coche al llegar, dieron un respingo señalando algo en el suelo, intercambiaron algun comentario y salieron disparados por donde habían llegado. Ni siquiera me miraron cuando nos cruzamos. A ambos lado de la pista forestal había unos recipientes, unos cuencos con comida, aparentemente intacta, una botella de licor casi llena, un paquete de tabaco empezado, flores esparcidas y algun polvo que no podría definir. Los mismos elementos en ambos márgenes del camino.

Yo veía alejarse el coche de mis efímeros compañeros y luego miraba aquello en el suelo sin comprender cual sería el motivo de las prisas de aquella pareja. Sin duda debían saber algo que yo desconocía. Personalmente pasé un rato fantástico entre las piedras del cromlech. Me parecieron entrañables, casi acojedoras. Sin duda, reconfortantes.

Durante la comida comenté lo sucedido en el restaurante y el camarero solo dijo una palabra: Macumba.

2 comentarios :

  1. “Macumba” es una palabra bantú cuyo significado equivale al de la “Ecclesia” griega: reunión, asamblea. Por extensión, es también “Sinagoga” en idioma griego, que significa el estar reunidos, con énfasis en lo espiritual. Con la palabra Macumba los afro-americanos expresan una forma propia y peculiar de religiosidad que incluye el culto diferenciado a: 1, el Supremo Hacedor; 2, a ciertos dioses, expresiones divinas, energías dotadas de carácter y voluntad, ángeles y demonios o espíritus de la naturaleza; y, 3, a las ánimas o espíritus de los muertos.

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  2. Gracias 'Anónimo'. Magnífico aporte esclarecedor. Justo y necesario.

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