Los Portugueses y Ceuta


(Banderas de Lisboa, Portugal y Ceuta)

Según se desprende de las investigaciones arqueológicas en el Yacimiento del Abrigo y Cueva de Benzú (250.000 años A.C. para el Abrigo, y 70.000 años A.C. para la cueva), la industria lítica encontrada (herramientas de piedras), puntas, raederas, denticulados, etc... en sílex principalmente, están asociadas a lo que los arqueólogos denominan Musteriense, es decir, relacionadas con Neandertal.


Pero los "especialistas" anglosajones se niegan a reconocer un paso Neandertal por el Estrecho de Gibraltar, ¿por qué? Porque solo puede haber una teoria aceptable, la suya. El paso fué única y exclusivamente por Oriente Medio, ¡y punto!

Neandertales en Gibraltar y en Ceuta, menos de veinte kilómetros. Los dias claros dan ganas de echarse a nadar un rato y tomarse unos vinillos en Tarifa. Si le sumamos que en aquel tiempo el mar estaba ochenta metros mas bajo de nivel, las orillas estaban algunos kilómetros aún mas cerca, y probablemente con islotes diseminados que saldrían a relucir.


Aún no se han percatado de que el Estrecho nunca fué un obstáculo, sino más bien lo contrario, un nexo, un camino fácil, un puente por el que han cruzado pueblos y culturas desde que los dioses le dieran una colleja a un mono.

Nadie entendía muy bien por qué no había en Ceuta pruebas de algun asentamiento Fenicio. Todos los puertos estratégicos del Mediterráneo fueron utilizados por este pueblo de marinos y comerciantes. Faltó Ceuta hasta el 2004, cuando se descubrió en pleno centro, junto a la Catedral, los restos de unas calles, amagos de muros, hogares y multitud de cerámica fenicia. Datado todo ello en el siglo VII antes de cristo.

 
Los "primos púnicos hermanos" de los fenicios, los Cartagineses, anduvieron también por estos lares. Seguro que conocieron de primera mano el pueblo fenicio "junto a la catedral". En la biografía de Aníbal, de Gisbert Haefs se lee en la página 253: "Tuvieron que hacer una escala en la antigua ciudad púnica de Sepqy (Ceuta), fundada por colonos de Kart-Hadtha. A Antigono no le gustaba el puerto insular, que, salvo un templo y dos o tres tabernas, no tenía nada que ofrecer. Pero aquí y allá, en el lado norte del estrecho, podían verse las penteras que cuidaban el paso, y todo aquel que quería cruzar el estrecho tenía que someterse al control de alguno de los comandantes púnicos". Control absoluto de las Columnas de Melkart, entrada natural del Mediterráneo.

Los romanos la dominaron llamándola Septem Frates y pasó a formar parte, como puerto sublime, de la Mauritania Tingitana y declarada Civitas Romanorun. Control absoluto de las Columnas, ahora de Hércules. Factorias de salazones, garum y demás romanadas.

Escultura de Hércules (Puerto de Ceuta) Imagen: Fotógrafo ceutí Pepe Gutiérrez

Entre el 400 y el 700, aproximadamente, camparon por aquí Vándalos, Visigodos y Bizantinos, siendo con este último imperio cuando empieza la historia de Ceuta como ciudad, propiamente dicha, con el nombre de Septón. La dominaron luego los árabes, que la utilizaron como "lanzadera", cabeza de puente, para el envío de interminables tropas a la conquista de la Península Ibérica.

Después de un prólogo grosso modo histórico de este enclave español en África tan desconocido como maravilloso, hemos de dar un "aparentemente" delirante salto en el tiempo y en el espacio para ubicarnos en Aljubarrota, villa portuguesa a cien kilómetros al norte de Lisboa, allá por el año 1385. 

El 14 de Agosto de ese año, los portugueses y un montón de ingleses les zurraron a los castellanos y a un montón de franceses, consolidándose entonces como rey de Portugal, Juan I. Pocos años después, en 1411, Portugal y España firman en Segovia un tratado de paz y amistad.

Y es en esta fecha cuando tenemos ya a los seis hijos del rey, mozos y zagalones (el último de ellos bastardo aunque bien avenido); Duarte, Pedro, Enrique, Juan, Fernando y Alonso, saliéndoles la testosterona por las orejas, pensando y hablando solo de guerras, dándose mandobles unos a otros, y a cualquier criado que se pusiera a tiro por los pasillos de palacio. Soñaban con acudir a cualquier escaramuza de la conquista de Granada, y agobiaban a su padre solicitándole ya, algún real combate que echarse a la espada.

Juan Fernández, consejero real y hombre cabal, percatándose del ambiente, les propuso entonces la conquista de la Plaza de Ceuta, fortaleza y puerta por la que la morisma amenazaba, desde hacía tiempo, la Península Ibérica.

Con algunas dudas, el rey aceptó la empresa guerrera entre el alborozo de sus vástagos, advirtiendo sin embargo de la imperiosa necesidad de mantener el completo secreto que tal aventura requería. Con excusas varias, espias portugueses fondearon en aguas ceutíes y espiaron todo lo espiable, pero... ¿cómo mantener en secreto los ciclópeos preparativos que eran necesarios para la conquista de Ceuta?

Los bosques portugueses empezaron a talarse para la construcción de la flota. Castellanos, Aragoneses, Musulmanes Granadinos y algún que otro reino, quedaron sorprendidos, preocupados y hasta temerosos de que toda aquella parafrenalia bélica fuera a desatarse sobre ellos, y las diferentes embajadas empezaron a desfilar por todos los caminos que conducían a Lisboa.

Para apaciguar ánimos, que ahora no convenían, el rey Juan I fingió que se armaba contra los duques de Holanda. A pesar de ello, las embajadas se marchaban con la "mosca detrás de la oreja", e iban siendo despachadas y tranquilizadas que nada había contra ellos. Mientras tanto, Lisboa, el Tajo y demás lugares del entorno bullían en preparativos y ardores guerreros.

Por fín, a finales de Julio, cientos de naves maniobran hacia el Océano Atlántico y enfilan al sur, llegando a Faro el siete de Agosto. Una vez fondeados en la Bahía de Algeciras, los musulmanes de Gibraltar acercan una embajada, con las chilábas que no le llegaban al cuerpo, preguntando si era contra ellos aquella poderosa flota, ¿o contra quién?

Le responden los portugueses con evasivas, sin soltar prenda de su destino. A esas alturas, tan aparatosa flota había sido avistada desde la orilla africana, a la vista, en lontananza. El alcaide de Ceuta, Zala ben Zala, había admitido dias antes, la entrada a la ciudad de más de cien mil musulmanes de los territotios próximos, como refuerzos para la posible defensa de Ceuta.

La flota levó anclas, el cielo se oscureció de golpe y arreció un temporal de fuertes vientos. Las naves quedaron dispersas y desaparecidas a la vista entre ellas. Los portugueses pensaron que aquello era el final de la aventura y Zala ben Zala, crasso error, pensando lo mismo, hizo despedir a los refuerzos, cuya estancia ya le ocasionaba mas trastornos que ayuda.

El rey Juan I bajó a tierra en Punta Carnero, cerca de Algeciras, donde poco a poco se fueron reagrupando los navíos portugueses. Allí mismo, en la playa, tuvieron una reunión de consejo. Algunos propugnaban por el regreso a Lisboa pensando que ya no había factor sorpresa y en algún que otro maleficio. Otros querían tomar Gibraltar como mal menor. El rey dió entonces un largo discurso que se resume brevemente en "...hoy, que ya todos conocen de nuestra determinación ¿que van a pensar si desistimos a las puertas mismas de lo que venimos buscando?" Y se lanzaron al ataque.

Estampas similares a estas podrían verse desde los navíos portugueses en su marcha hacia Ceuta

La flota cruzó el Estrecho (como lo hacen hoy día los ferrys) y con la costa africana a tiro de piedra, parte de ella dió la vuelta al Monte Hacho dirigiéndose a la zona sur, a las playas actuales de la Ribera y del Chorrillo, en un amago de desembarco, ficticio, de distracción para dividir a los defensores.


Los portugueses ponen pie en tierra en la playa de San Amaro, donde se entablan los primeros combates.


Lo que ocurrió a partir de ese momento y hasta el ocaso del día no podría yo narrarlo, ni siquiera copiándolo de este libro(1). Solo soy un enamorado de los Megalitos, además la sangre nos pringaría hasta las pestañas.

Al final de todo ese día de combates, Zala ben Zala ve perdida su ciudad y se pone a salvo en las montañas del interior, junto a su familia y otros muchos que huyen. Poco antes del anochecer el rey mandó izar la bandera de San Vicente, la de Lisboa, sobre las almenas de la fortaleza.

Al día siguiente, con las calles aún repletas de cadáveres, se imparte una primera misa en la hasta ayer mezquita. Se tañeron dos campanas que habían encontrado almacenadas en una torre y que eran producto de un saqueo musulman a la ciudad de Lagos en años anteriores. En los dias siguientes se debatieron cuestiones de seguridad y defensa a los asedios que estaban, seguro, por llegar.

Se debatía quién sería el primer gobernador de la ciudad cuando Pedro de Meneses, batiendo una vara de acebuche que llevaba en la mano dijo algo así como: "¡Con este palo me basto! Con este bastón, por cierto, me basta el ánimo para defender estas murallas de toda la morisma". Adjudicado pues a Don Pedro de Meneses.

El rey y gran parte de la flota parten de regreso a Lisboa el dia dos de Septiembre (día de la festividad de la Ciudad Autónoma de Ceuta). Se quedaron dos mil quinientos portugueses para defender la ciudad y gestionar la reciente conquista.

Llegaron los esperados asedios, algunos de decenas de años de duración, pero nunca las murallas fueron holladas (en 1704, ya bajo tutela española, tuvo lugar un asedio musulmán por tierra y una armada anglo-holandesa por mar... Como el que ve llover).

Pasaron 165 años, es decir, en 1580, y Portugal y España se unen en una sola nación (qué gran idea), pero se divorcian a los 60 años (qué le vamos a hacer), en 1640.

En 1668, ambos países firman un nuevo tratado, de amistad solamente, en Lisboa, y los ceuties deciden entonces por la continuidad con España. 253 años de Ceuta portuguesa y 343 de Ceuta española. La bandera y el escudo siguen siendo los de Lisboa y Portugal respectivamente.

Muchos portugueses, conocedores de la historia, visitan Ceuta cada año. Muchos ceuties, conocedores de la historia, reciben con los brazos abiertos a estos portugueses, y cuando alguna vez estas visitas son multitudinarias, ondean hermanadas ambas banderas.


(1) Historia de Ceuta, Es del Presbítero D. Lucas Caro. Transcipción, introducción y notas de Jose Luís Gómez Barceló

1 comentario :

  1. Qué bien lo cuenta Vd.! Muy fiel a la historia.Le felicito.Saludos afectuosos de una caballa.

    ResponderEliminar